Países tan grandes como EE. UU., contienen en sus fronteras diversos tipos de manifestaciones. La intelectualidad brota desde todos lados y, por el hecho de estar dividido en Estados, se logra hacer una conexión por todo el país de las innumerables posturas sociales que se agrupan, estructuran y logran obtener el reconocimiento de su propia comunidad.
Éste fenómeno se sucede porque de todos lados se ejerce una presión resguardada, con antelación, por aspectos constitutivos que yacen en una carta fundamental. No siendo nuestro país ajeno a esto, ya que la Constitución protege la educación y el Estado entrega autonomía a las casas de estudio que presentan un proyecto formativo acorde a la sociedad. No obstante, la centralización hace prever que mientras más alejados estén los centros educacionales, sus posibilidades están minadas por aspectos de distancia y de mercado.
A así puede estarle sucediendo a la Universidad Arcis, plantel educacional erigido en el centro de la capital y que ha visto su gestión casi al borde del colapso total. En éste caso el factor distancia no ha de contemplarse, pero si el del modelo que ha querido llevar a cabo ésta casa de estudios, el cual se contrapone con el mercado que se ha estado instaurando en nuestra sociedad.
Si por alguna razón usted es un lector que ha visto sus recursos mermados, no espere que tengan algún alivio o recuperación. El sistema hace que todos debamos esforzarnos en aceptar la carrera del mercado y mantenernos dentro de las filas. También hace que nos enfoquemos en aspectos externos, que afectan al modelo interno y por ello el que debe pagar es el usuario, en todo orden. He aquí en donde surgen los disidentes y contrarios a ésta charada la cual es, a todas luces, una instauración agresiva, abusiva y plenipotenciaria de quienes están controlando el mercado, en éste caso: Las huestes profesionales del Arcis.
La problemática ha dejado en evidencia que el sistema, y sus mecanismos, por ningún motivo quiere hacer equilibrio. Está dispuesto a recurrir a todo para destruir cual foco de disidencia se geste dentro de éste país. Tanto es así que una supuesta toma es sinónimo de destrucción, vandalismo y amedrentación. Un hecho que con un poco de lógica habla por sí solo y comenta que todo aquel que quiera ser insurrecto ha de pagar el precio.
Cabe pensar entonces, que si esto le ocurre a una universidad en la capital de Chile, más allá no hay posibilidad alguna para una propuesta diferente, a lo que ya está instaurado. Quienes están sufriendo por sus escasos recursos, deberán estar preparados para resistir aún más, dado que lo que se estaba gestando como un punto intelectual para dar equilibrio, en estos momentos es sindicado como diabólico, por decir lo menos.
No se puede ir más allá en los comentarios. Todo esto tiene una gran ecuación y los poderes económicos de ésta nación son tan agresivos, que no están dispuestos a entregar sus conquistas económicas, sociales, culturales e intelectuales. Observando a ésta nación como centralizada, poco tolerante y despectiva en su propia capital; imaginándome el cariño que le tienen a las regiones.
Digan lo que digan y hagan lo que hagan, si el modelo a seguir es el Coloso del Norte, por lo menos deberíamos observarlos cuando, desde sus propios centros educacionales universitarios, emanan las voces disidentes al sistema imperante.
1 comentario:
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