miércoles, noviembre 01, 2006

Señor Prensa navega y encuentra (enero 2006)

Armas y más armas ¿alguien busca una guerra en A.L.?
Texto | Rafael Sagárnaga

Fotos | Archivo

Poderío | Colombia, Chile, Venezuela y Brasil juegan en serio a la guerra perfilados por el toque velado del Pentágono. En esta batalla nadie quiere quedarse atrás

Sudamérica parece vivir una nueva etapa de “renovación de arsenales” y de programas de seguridad “disuasivos”. Al menos así suelen justificar los estrategas militares las oleadas de compras de armas que implican el gasto de miles de millones de dólares. Eso dijeron a fines de los 70 y a mediados de los 90, cuando viejos roces fronterizos aún se dejaban sentir. Hoy nuevamente llegan cazabombarderos, tanques y fragatas de lejanas y sofisticadas fábricas, pero a un escenario distinto, tan distinto que hasta tropas extrajeras llegan.

Al menos cinco vigorosos planes militares se hallan en plena aplicación en el Cono Sur. Y ya han estimulado varios contraplanes, pues casi nadie quiere quedarse atrás. Lo curioso es que las hipótesis plantean virtualmente todos los frentes de guerra. El enemigo ya no es, única o necesariamente, el país vecino. Así, Colombia, Chile, Venezuela y Brasil hoy juegan en serio a la guerra. De manera singular, en el nuevo escenario sudamericano, el quinto plan bélico le corresponde al Comando Sur de Estados Unidos.

Es EEUU también quien, desde hace seis años, dinamizó uno de los puntos donde se compran armas y se alquilan tropas con intensidad: Colombia. Allí los justificativos de la guerrilla y el narcotráfico han otorgado una especie de chequera en blanco a los militares. La puesta en marcha del célebre Plan Colombia le ha merecido al país el apelativo del “laboratorio de las nuevas guerras latinoamericanas”.

La guerra privada de Colombia

No es para menos. Entre 1999 y 2005 el principal programa militar colombiano ha tenido un presupuesto de 2.000 millones de dólares. Ha financiado la llegada de cuatro decenas de helicópteros estadounidenses de última generación como los Black Hawk y Sykorsky. También los militares colombianos han recibido aviones espías y de bombardeo. Se han duplicado los efectivos militares hasta un límite de 202.000 soldados.

Pero al margen del potenciamiento bélico y una significativa presencia militar estadounidense, la guerra colombiana da paso a un postmoderno fenómeno armamentista: los ejércitos privados. "Si Estados Unidos envía 600 soldados a Colombia, esa decisión debe pasar por el Congreso. Pero si quien envía esos soldados es una empresa privada, a raíz de un contrato firmado por el Pentágono, el parlamento no tiene nada que decir y ni siquiera se entera de lo que está sucediendo", señalan los analistas Darío Azzellini y Boris Kanzlaiter en su libro “La Privatización de las Guerras”.

En ese contexto, la presencia de las Compañías Militares Privadas (CMP), muy activas en Irak, como CACI, Tytan y DynCorp, se ha acentuado en Colombia. Pero se extiende sutilmente al resto de Cono Sur. En América Latina todos los programas antinarcóticos están manejados por empresas militares y las estaciones de radares que controla el Comando Sur son manejadas también por empleados de empresas privadas. En Colombia han muerto en los últimos años ocho estadounidenses, pero como pertenecen a empresas privadas, el Pentágono elude toda responsabilidad.

Bajo esas características, Colombia es ya el cuarto receptor de ayuda militar de Estados Unidos en el mundo, solo antecedida por Israel, Egipto e Irak. El relacionamiento militar entre ambos países ha convertido a la embajada en Bogotá en la segunda más grande en el mundo, luego de la de Bagdad.

El conflicto no sólo mantiene su intensidad, sino que ha tomado otros visos de riesgo. Fuentes de prensa aseguraron en febrero de 2005 que Peter Goss, el director de la CIA, denunció ante una comisión del Senado de EEUU Unidos, que la agencia cuenta con "evidencias" de reuniones entre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y la red Al Quaeda, para coordinar ataques terroristas en la región. Según esta versión, la "amenaza terrorista" sería inminente en América Latina. Ello no deja de ser sugestivamente relacionado por analistas con los circuitos del narcotráfico y la subversión hacia la Amazonia y los Andes.

Así, según el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), Colombia se ha convertido en el segundo país del subcontinente en gastos militares con 2.840 millones de dólares al año. También es el segundo en cuanto a número de tropas movilizadas con 200 mil soldados. Sólo lo antecede Brasil con un presupuesto anual de 9.651 millones de dólares y 287 mil militares bajo bandera. Sin embargo proporcionalmente Brasilia usa el 2,10% de sus recursos y ocupa sólo el 0,16% de su población en defensa, mientras Bogotá gasta el 2,12 y emplea el 0,45% de sus habitantes respectivamente.

Chile, hasta los dientes

No lejos en cuanto a gastos, potencial y despliegue militar Chile ha encendido nuevamente la alarma del armamentismo en los últimos días. Cuenta con un presupuesto militar de 2.557 millones de dólares y 77.300 efectivos movilizados. Eso en los balances del IISS publicados en 2004. El propio instituto británico advierte que los gastos pueden ser mucho mayores en función a fondos propios, como los provenientes de las exportaciones de cobre.

Es posible que en 2005 Chile supere sus ascendentes marcas si se toman en cuenta los casi 2.000 millones de dólares que en las últimas semanas avalan la compra de equipos para sus tres fuerzas. A diferencia de sus pares colombianos, los comandantes chilenos no prevén precisamente una lucha contrainsurgente, sino un cruce de fuegos mucho mayor.

Es así que en diciembre la Fuerza Aérea Chilena (FACH) concretó en Holanda la compra de otros 18 cazas F-16. Éstos se sumarán a los 12 adquiridos a EEUU que llegarán en el curso del año. La adquisición acentúa la ventaja que la FACH lleva sobre cualquier aviación latinoamericana. Baste recordar que los F-16 forman aún parte de la elite de la aviación estadounidense, así como los interceptores F-15 con los que también cuentan los pilotos militares chilenos. En segunda línea se hallan los también estadounidenses F-5E y decenas de cazabombarderos franceses Mirage. La FACH incluso se ha dado el lujo de realizar donaciones de cazas británicos Hawnker Hunter a Paraguay.

La armada chilena no se queda atrás, está entre las más poderosas del continente. Las compras en Holanda no olvidaron a los marinos. Junto al paquete de los F-16 los comandantes recibieron dos de un total de cuatro fragatas. Éstas se sumarán a otras cuatro adquiridas a Gran Bretaña y a dos submarinos tipo Scorpene encargados a un consorcio franco-español. Uno de estos últimos llegó en días recientes a Valparaíso. Las compras implican una renovación completa de la flota de superficie completada ahora por una línea a profundidad de seis submarinos.

Sólo las naves costaron 350 millones de dólares, mientras que los cazas comprados a Amsterdam valen 150 milllones. Pero el generoso paquete navideño no olvidó al Ejército, es más, se podría decir que lo sorprendió. Chile adquirió la semana pasada 100 tanques Leopard 2 en Alemania, aquellos colosos de 60 toneladas que los germanos concibieron para guerras biológicas y radiactivas y forman parte de la OTAN. Se unirán a otros 220 Leopard 1, comprados en 1997, y a 39 AMX franceses.

Pese a que cada fuerza militar chilena recibió su parte, los generales no quedaron contentos y entraron en una disputa que frustró otra compra. El diario Crónica Digital informó el 28 de diciembre que “el gobierno chileno postergó la compra de helicópteros para sus Fuerzas Armadas por discrepancias entre las ramas castrenses en cuanto al número y tipos de aparatos”. El proyecto prevé la consecución de sofisticados helicópteros Black Hawk y Sykorsky de los que las fuerzas chilenas tienen sólo ejemplares de excepción.

La renovación militar chilena desató una ola de cuestionamientos tanto dentro como fuera de Chile y especialmente en Perú. Desde el puerto de Del Harven en Holanda, el ministro de Defensa chileno, Jaime Ravinet, respondió lacónicamente que se trataba de una “simple reposición de armamento obsoleto”.

Mientras los lectores de algunas revistas como Punto Final y Ercilla preguntan mordazmente: “¿Cuándo es la guerra?” o “¿Y por qué ahora no compramos una bomba atómica?”. A la hora de los hipotéticos escenarios de conflicto lo único claro es que las nuevas armas chilenas se anunciaron a un mes de que Perú desatase el litigio por los límites marinos del extremo norte. Allí se disputa los bancos de peces que alimentan las mayores exportaciones mundiales de harina de pescado y, por añadidura, la zona que Bolivia aspira a convertir en su salida al Pacífico.

Las petroarmas de Chávez

Y entre los extremos del armamentismo clásico chileno y el contrainsurgente que anima a Colombia se inscribe el tercer programa bélico de la temporada. Éste es alimentado por los ingentes petrodólares que administra el coronel Hugo Chávez Frías.

En diciembre de 2004 Venezuela firmó un acuerdo con Rusia para la compra de 110 mil fusiles Kalashnikov, 33 helicópteros de asalto, ataque y transporte pesado y 50 cazabombarderos; otro con España para adquirir material naval aeronáutico, que incluye cuatro corbetas, y 50 aviones de combate y entrenamiento a Brasil. Las compras forman parte de la "constante actualización de las fuerzas armadas venezolanas, su buen nivel de mantenimiento y la permanente puesta al día de sus planes de modernización y adquisición de armamentos", afirma el Balance Militar de América del Sur 2.

La noticia fue recibida con fuertes críticas por el secretario de Defensa de la Casa Blanca, Donald Rumsfeld. Paralelamente, Caracas activó a mediados de abril su comando de reserva, "que debe alcanzar dos millones de miembros y se incluye en la nueva doctrina de defensa de Venezuela" . Un progresivo simil de la estrategia militar cubana. En ese campo se dan por descontado intensos intercambios de tecnología y experiencia con La Habana. En EEUU no se descarta que Chávez ya haya establecido lazos con potencias militares intermedias como Irán.

Brasil, el único autónomo

Y a la hora de pensar en plantarle cara a los estadounidenses aparecen los generales brasileños. Hace pocos meses una comisión oficial de militares brasileños visitó Vietnam. La comitiva, integrada por coroneles y tenientes coroneles, visitó Hanoi, Ho Chi Min (antigua Saigón) y la provincia de Cu Chi, donde se conservan 250 kilómetros de túneles construidos durante la guerra con Estados Unidos, con el objetivo de hacer "intercambios sobre doctrina de resistencia".

En la página web del ejército brasileño, el general Claudio Barbosa Figueiredo, jefe del Comando Militar de la Amazonía, asegura que Brasil va a enfrentar acciones similares a las que sucedieron en Vietnam, y ahora en Irak, en caso de un conflicto que involucre a la Amazonia. "La estrategia de la resistencia no difiere mucho de la guerra de guerrillas y es un recurso que el ejército no dudará en adoptar ante una posible confrontación con un país o grupo de países con potencial económico y bélico mayor que Brasil".

Añadió que "se deberá contar con la propia selva tropical como aliada para combatir al invasor". La noticia tuvo escaso impacto, pero pone de relieve que las fuerzas armadas de Brasil tienen planes estratégicos propios y que vislumbran a Estados Unidos como enemigo militar potencial.

Desde que a raíz de las diferencias por la aplicación del Plan Colombia los militares brasileños y estadounidenses se distanciaron hasta un nivel de absoluta no cooperación, los militares del coloso sudamericano acentuaron sus propias proyecciones, en gran medida hacia el lustro que se inicia. Brasil es el quinto exportador de armas del mundo, el único con plena autonomía militar en Sudamérica. Sólo Brasil cuenta con un portaaviones en el subcontinente. Además, desde 2006 ó 2007, será el único poseedor de un submarino nuclear, el proyecto estrella de sus astilleros lanzado en pasados meses. A ello suma una continua producción de aviones y blindados e incluso proyectos compartidos con Argentina y varios países europeos.

Los que quedan

En ese vasto contexto, las reacciones contra los programas bélicos mencionados suelen ser otros programas bélicos. Perú ya estudia la compra de fragatas italianas Lupo, Paraguay espera un lote de cazas F5-E prometido por Taiwán y la renovada ayuda de EEUU. Incluso los militares bolivianos demandaron el viernes pasado potenciamiento y modernización del ejército al nuevo Presidente. Se manifiestan acicateados además por la confusa desactivación de sus misiles antiaéreos al parecer ordenada por EEUU.

En la visión panorámica para nadie pasa desapercibida la creciente pugna por las reservas estratégicas, energéticas, de agua y de la biodiversidad que se hallan concentradas en Sudamérica en niveles de trascendencia global.

Mientras las armas y militares que llenan la región cobran sus muertos aún sin disparar, pues queda claro que los formidables recursos que asimilan los militares les son quitados a todos los que mueren día a día en la miseria que también se expande por el continente y bordea los 300 millones de pobres.

(Con datos de: Raúl Zibechi, “¿EEUU anima una guerra en Sudamérica?”,Centro de Estudios Nueva Mayoría, octubre de 2004, "Venezuela activa su comando de reserva militar", Prensa Latina , 13 de abril de 2005. “Las armas de Chile”, Punto Final, noviembre 2005. “¿Otra carrera armamentista?” Crónica Digital, "La nueva estrategia regional", en IARNoticias, 15 de marzo de 2005. Brian Loveman, Strategies for Empire: U. S. Regional Security Policies in the Post-Cold War Era, citado por Juan Gabriel Tokatlian, Le Monde Diplomatique , diciembre 2004. Thomas Seibert, "El nuevo orden de la guerra". “La Privatización de la Guerra”, Darío Azzellini)

La fuerza del Pentágono

En 2002 entró en pleno funcionamiento el Sistema de Vigilancia Amazónica (Sivam), un extenso complejo de radares militares valuado en cerca de mil millones de dólares. Hace unos meses, al evaluar sus resultados el presidente Luis Ignacio Lula Da Silva y los comandantes militares brasileños lanzaron la iniciativa de un copamiento de la Amazonia, plan que implica la adquisición de importantes pertrechos.

El proyecto apunta implícitamente a contrapesar las iniciativas estadounidenses del Plan Colombia y las bases militares multipropósitos desplegadas en Perú, Ecuador y recientemente Paraguay, algo que parece rayar en la ficción, pero que cobra sentido si se advierte el extenso despliegue militar que el Pentágono ha bosquejado en Sudamérica.

La Casa Blanca parece haber dado prioridad al Southern Command (Comando Sur) con base en Miami. Según algunos analistas, el Comando Sur tiene más empleados trabajando sobre América Latina que la suma de los Departamentos de Estado, Agricultura, Comercio, Tesoro y Defensa.

Desde la desactivación de la base Howard en Panamá, en 1999, el Comando Sur tiene responsabilidad sobre las bases de Guantánamo (Cuba), Fort Buchanan y Roosevelt Roads (Puerto Rico), Soto Cano (Honduras) y Comalapa (El Salvador); y las bases aéreas recientemente creadas de Manta (Ecuador), Reina Beatriz (Aruba) y Hato Rey (Curaçao). Además maneja una red de 17 guarniciones terrestre de radares: tres fijos en Perú, cuatro fijos en Colombia, y el resto móviles y secretos en países andinos y del Caribe. El reciente acuerdo con las autoridades paraguayas para obtener inmunidad militar ante el Tribunal Penal Internacional se ha traducido en la consolidación de la base ubicada en la ciudad de Mariscal Estigarrribia. Varios analistas sostienen que Washington persigue la creación de una "fuerza militar sudamericana" o bien una "fuerza armada única" comandada desde el Pentágono, para enfrentar los nuevos desafíos.

El origen de la in.formación está en el título.

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